


El concepto: no es una opinión... es una batalla
Batallas Artísticas, el juego que convierte el arte en un duelo de genios. Un mazo de cartas donde los grandes artistas de la historia miden sus “poderes” entre sí y tú tienes la última palabra.
¿Qué pasaría si Velázquez se enfrentara con Dalí? ¿O si Frida Kahlo batallara contra Van Gogh? Esa es la propuesta de Batallas Artísticas, un juego de naipes único que transforma la historia del arte en una experiencia lúdica, vibrante y participativa. Cada artista es un gladiador cultural y cada partida es un duelo donde tú defines quién gana. No es trivia, no es azar: es debate, intuición y mirada. Con una dinámica simple y atrapante, el objetivo es ganar la mayor cantidad de batallas comparando las fortalezas de cada artista, abriendo así un campo de polémicas y un abanico de encrucijadas, dilemas y discusiones sobre el arte. Porque elegir al artista más grande de la historia no es una opinión... es una batalla.


El propósito: que el arte vuelva
a ser conversación
Más que un juego, Batallas Artísticas es una experiencia cultural. Busca acercar el arte a la gente de manera lúdica, vibrante y colectiva. Convertir una sobremesa en una pequeña mesa redonda de museo.
No hay respuestas correctas, solo miradas distintas. Porque el arte, al fin y al cabo, se trata de eso: de cómo vemos, sentimos, evaluamos y defendemos lo que nos emociona. Porque cuando elegís una carta, no estás eligiendo a tu artista favorito, estás entrando en una batalla por su legado.
El juego invita a debatir, trazar estrategias y explorar dilemas sobre el arte, estimulando el pensamiento crítico, la apreciación estética y el conocimiento histórico.
Jugar es ser estratega. Es mirar, comparar, discutir, decidir. Y sobre todo, sentir el arte como una experiencia viva en permanente debate.

El proceso creativo: del museo al ring
Detrás de cada ilustración hay lectura, debates, decisiones sobre qué esencia capturar:
¿La obra?¿El color? ¿El gesto? ¿El mito personal? El resultado es un mazo que no solo se juega, sino que se contempla. Cada naipe fue diseñado como si el artista entrara con su impronta al ring, capturando su esencia y estilo distintivo, creados para homenajear y reconocer su legado y contribución a la cultural universal.
Además, las ilustraciones están pensadas para que ayuden a los participantes a poder elegir incluso sin conocer del todo la historia del arte. Pero eso sí, tuvimos mucho cuidado para no inclinar la balanza para ningún lado.


El proceso creativo: superpoderes
Si el arte es emoción, las Fortalezas son la manera de medirla. Seis dimensiones que condensan lo que hace a un artista inolvidable, y no son su peso, velocidad, fuerza o peleas ganadas como con los Superhéroes. Acá juegan otros superpoderes: Técnica, Vanguardia, Influencia, Genialidad, Magnetismo y Concepto.
Cada una nació de un largo proceso de observación y síntesis. No son números fríos, son lenguajes de valoración emocional.
El juego: las batallas.
La dinámica de juego es muy sencilla:
Se reparten todos los naipes de Pintores en partes iguales y ocultos, y se ubican los 6 naipes de Fortalezas en el centro de la mesa. Un jugador inicia la ronda eligiendo a un oponente de entre los demás participantes y una de las seis Fortalezas.
Ambos jugadores eligen uno de sus naipes de Pintores, que serán los artistas que se batirán a duelo. Los colocan boca abajo en el centro de la mesa, se mezclan y luego se dan vuelta. Los demás jugadores debaten y cantan su voto sobre cuál de los dos pintores consideran que dominaba mejor la fortaleza elegida.
El jugador cuyo pintor reciba más votos gana la batalla. La ronda continúa hasta que no haya más duelos posibles. Gana quien reúna más batallas ganadas.


La experiencia irresistible: poner dos fuerzas frente a frente... y elegir
Nuestra mente disfruta poner una cosa frente a otra. Nuestra voz cobra valor y criterio. Es casi un ejercicio de soberanía. Y cuanto más discutible sea la comparación, más interesante es la batalla. Sin verdad objetiva, el terreno se vuelve fértil para argumentar, sentir, defender. La mente se alimenta de tensión: desde los mitos antiguos hasta los reality shows, la historia gana potencia cuando dos fuerzas se enfrentan. Hay drama, hay épica, hay pasión. Nos permite tomar partido y sentirnos parte de algo mas grande. El debate poco a poco se vuelve ritual. No buscamos que termine. Buscamos que siga vivo.
Hablar de quién es “el más grande” es una forma de pertenecer y dice mucho de nosotros, de nuestras creencias, generaciones y heridas. No queremos resolver un dilema. Queremos compartirlo. El debate funciona como pegamento social. Es la excusa para vincularnos, para expresar pasión sin consecuencias reales. Por eso nunca se apaga. Porque en el fondo trata de nosotros.
