Eternas: Rostros del Mito, la Historia y la Imaginación
Comisariado: Cristina Santa Cruz
Casa Nacional del Bicentenario
Riobamba 985 (Recoleta), Buenos Aires, Argentina
Del 23 de abril al 22 de junio de 2025
Inauguración: Martes 29/ABR · 6:30 a 8:30 PM
Miércoles a domingos 3:00 PM a 8:00 PM.
Entrada gratuita.
Existen rostros memorables. Rostros que nos miran antes incluso que podamos nombrarlos. Rostros que habitan la vida, los sueños. Y en cada uno de ellos, preguntas suspendidas: ¿quién seré yo en el reflejo de otro rostro? ¿Qué hilos invisibles me atan a ese gesto que no es mío, pero me pertenece? ¿Qué hechizo guardan los rostros que nos llaman sin palabras? ¿Y por qué, al encontrar una mirada ajena, sentimos que algo en nosotros se detiene… y despierta?
Para esta exhibición hemos seleccionado dieciséis impactantes obras originales en óleo sobre tela de mediano y gran formato —en su mayoría inéditas—, de altísima destreza técnica y dominio plástico, de sensibles líneas y detalles extraordinarios.
Eternas es más que una serie de retratos: es un diálogo silencioso y vibrante entre el mito, la historia y las emociones que habitan tanto al artista como a cada espectador. Es un espejo múltiple donde lo humano se manifiesta como idea, emoción latente y belleza profunda —una belleza que no busca agradar, sino conmover, y que atraviesa esta exhibición como una brisa invisible. Esa belleza que Percy Bysshe Shelley exploró como un espíritu inmaterial, como el espíritu de la belleza intelectual que penetra en el corazón humano, efímero y misterioso; esa belleza que no es visible en la naturaleza, sino que habita lo intangible; fuerza que desvela, que transforma, que nos roza sin tocar y que, promete, puede despertar —como en un susurro— la inspiración y la creatividad. Y hasta la inmortalidad.
Jorman combina la maestría de la técnica clásica —el dibujo armónico, el óleo preciso, la luz envolvente, la composición académica, la versatilidad de los tonos y los detalles minuciosos— con una mirada profundamente emocional, gestual, de sensibles trazos que combinan el pasado y el futuro en un impecable equilibrio armónico. Su obra es un viaje pictórico que atraviesa las eras y los lenguajes del arte: resuenan en ella los ecos solemnes de los grandes retratistas del Renacimiento, el virtuosismo del detalle barroco, la melancolía apasionada e irreverente del espíritu romántico decimonónico y, como un murmullo constante, el aliento encantado del realismo mágico latinoamericano. Sus rostros parecen surgir de un umbral entre lo real y lo imaginado, como si llegaran desde una dimensión paralela, donde la memoria, la fantasía, el deseo y el símbolo se entrelazan. Pero lo más fascinante —y quizás lo más sutil— es que, al contemplarlos, no solo sentimos su presencia… sentimos que algo, o alguien, nos devuelve la mirada en un encuentro silencioso.
Los retratos femeninos de Jorman irradian una luz singular y resplandecen con su estilo distinguido, mientras entablan un diálogo sutil y reverente con la gran tradición de representaciones icónicas del arte universal: evocan la elegancia altiva de las Gibson Girls, el ensueño melancólico de Jane Morris en los lienzos de Rossetti, la serenidad trascendente de las madonnas leonardescas, la sensualidad ornamental de Mucha y las miradas cargadas de leyenda y duende de Julio Romero de Torres. Incluso, en su sentido de ícono contemporáneo, pueden rozar la frontalidad simbólica y enigmática de Warhol. Pero lejos de citar, Jorman transfigura. Con una técnica virtuosa y una sensibilidad vibrante, construye rostros que, más que retratados, parecen revelados desde el misterio —como si el alma se manifestara a través del óleo en su forma más íntima y atemporal, y la técnica clásica y la emoción contemporánea se fundiesen en un gesto único, sempiterno y profundamente poético.
Así, Eternas se ofrece como una experiencia estética que no sólo se contempla: se habita. Una invitación a sentir desde lo profundo. Es una galería de presencias, una constelación de hilos invisibles que permanecen, incluso cuando ya nos hemos ido. Efigies que no se desvanecen: nos acompañan, nos transforman. Porque estos no son solo retratos. Son umbrales, puertas abiertas hacia lo que fuimos. Y también, hacia lo que —si nos atrevemos— aún estamos llamados a ser.
De este modo, Eternas se convierte en una colección donde la belleza es, sí, persistente, pero también es inquietante, dulce, intensa, irreverente… y profundamente reveladora. Jorman, con su maestría y sensibilidad, nos demuestra que la figuración, la delicadeza, la armonía y la poesía son necesarias. Y que tienen una trascendental vigencia.
Son eternas.
Cristina Santa Cruz
Curadora
Acompañan

