Diana y Acteón
- Cristina Santa Cruz

- 24 jun
- 2 Min. de lectura

AUDIOGUÍA Diana y ActeónCristina Santa Cruz
Diana y Acteón
Alfredo Sábat
Óleo sobre tela
80 x 100 cm
2020
Colección Mitológicas
Categoría: Mitos
La diosa no necesita hablar. Su ley es clara como el bosque en silencio. Quien mira sin permiso, se convierte en lo que persigue.
Acteón era un cazador. Un hombre que caminaba los bosques en busca de presas, armado con su arco, su fuerza y su arrogancia. Pero un día vio algo que no debía: la diosa Diana —Artemisa para los griegos—, virgen y protectora de la naturaleza, desnuda en su baño sagrado. Su mirada lo traicionó. Y en ese instante, la diosa lo transformó en ciervo. No por venganza, sino por justicia. Su propio deseo lo devoró, encarnado en sus perros, que ya no lo reconocieron.
El mito es una advertencia que resuena a lo largo de los siglos: hay espacios sagrados que no se pueden violar, hay presencias que no se deben poseer con la mirada. La transgresión no siempre exige violencia: a veces basta con observar sin conciencia.
Alfredo Sábat reinventa la escena en una clave profundamente contemporánea. Diana ya no se oculta. Se muestra fuerte, vestida de negro, con la luna creciente sobre su cabeza. Está erguida, con la templanza de quien gobierna el tiempo. A su lado, Acteón es ya un híbrido: lleva cornamenta, pero aún conserva forma humana. Su gesto es de aceptación, de quien comprende —demasiado tarde— la magnitud de su falta. Un perro le acompaña, fiel testigo del instante anterior a la metamorfosis final.
Esta vez, no fue la caza lo que definió al cazador, sino la mirada. Y mirar sin comprender, es otra forma de perderse.
Junio 2025







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